¿Cómo salir del clóset en una sociedad tan cruel?, muchas familias con niños autistas lo ocultan, ¿Para qué exponerlo y exponerse ante la sociedad? Ser diferente siempre le da miedo a los demás, porque no saben que hacer o como tratar al niño y a sus padres, por eso las familias prefieren mantener el diagnóstico en reserva.
Incluso hay un lugar en Guayaquil, Ecuador donde mucha gente de Sudamérica va con sus niños con discapacidad y los someten a unas terapias alternativas muy costosas y con muy pocos resultados, antes de comenzar esas terapias el doctor le hace una evaluación al niño y a todos los padres que van les dice que su hijo no es autista, que solo es un retraso en el desarrollo y que si van incontables veces a Guayaquil a recibir la terapia su hijo desarrollará y será un niño completamente normal.
No tienen idea de cuantas personas se creen el cuento; del 100% de padres que van 99.99% regresan para el tratamiento, no saben lo que es para los padres en una situación tan dolorosa recibir la noticia de que su hijo puede ser normal, es como si el mismo Dios hubiera bajado del cielo y te hubiera dicho que tienes una oportunidad para terminar con la pesadilla.
El doctor de Guayaquil, es un neurólogo cubano que creó unos aparatos con ondas electromagnéticas donde tienes que poner al niño horas para que el cerebro comience a “desarrollar”.
Al igual que todas las familias que fueron y siguen yendo a Guayaquil nosotros también creímos en el milagro, estábamos desesperados.
En cada viaje gastábamos alrededor de 11,000 dólares y viajamos 4 veces, echen pluma y se darán cuenta lo rentable que son estos tratamientos alternativos que dan falsas esperanzas a padres desesperados que ya no toleran vivir con el comportamiento de su hijo.
No solo gastamos muchísimo dinero si no que luego de quedarnos prácticamente en la calle con las justas de plata, no pudimos nunca mudarnos de la casa de mi mamá y tuvimos que convivir con ella largos años con la desaprobación de mis hermanos y de ella, que jamás entendieron nuestras circunstancias o tal vez sí, pero la convivencia era tan dura para ellos y para nosotros que entraban a darle vueltas y vueltas al asunto para darle una solución, mi madre y mis hermanos pensaron que viviríamos ahí para toda la vida y que mis hermanos se quedarían sin hogar en Lima porque vivían en el extranjero. Gracias a Dios logramos mudarnos, lamentablemente fue después de varios años y de varias lágrimas.
Los primeros viajes a Guayaquil fueron llenos de esperanza, todo el día nos llevaban a diferentes máquinas donde teníamos que quedarnos inmóviles cogiendo a nuestro hijo en brazos para que reciba la mayor cantidad de “milagrosas” ondas electromagnéticas y luego nos metían a mamá e hijo a una pequeña cámara hiperbárica por 1 hora, ¿ustedes se imaginan entrar con Adrián a una cámara hiperbárica? Bueno nunca he recibido tanto golpe en mi vida, era una bronca física en un espacio de tan solo 1 metro; al comienzo la bronca duraba toda la hora que estábamos ahí adentro, luego fue mejorando y al final ya entraba tranquilo y se echaba en mis faldas a dormir.
Luego del tercer viaje comenzamos a sospechar que ese tratamiento no funcionaba, y que las familias que no paraban de ir, eran familias con una condición económica muy distinta a la nuestra y a pesar de los esfuerzos que hacían para viajar, esos esfuerzos nunca se comparaban con nuestros esfuerzos que eran prácticamente venderle el alma al diablo.
Nosotros luego del 4to viaje decidimos no ir nunca más, nuestro Adrián mostró algunas pequeñas mejoras, pero no se podía distinguir si las mejoras fueron por las terapias convencionales o por las terapias alternativas en Guayaquil, para las familias que iban muchas veces y no paraban de ir era la suma de lo convencional y lo alternativo, pero en verdad la mejora era tan leve que no valía la pena el costo por el beneficio, además nuestra intuición nos decía que lo que realmente estaba levemente funcionando eran las terapias convencionales y no era Guayaquil.
Cerramos la etapa Guayaquil y le gritamos al mundo que nuestro hijo era 100% autista, que estuvimos ilusionados que no lo fuera, pero que ya no podíamos tapar el sol con un dedo, que siempre es mejor salir del clóset y afrontarlo por más cruel que el mundo sea.
Comenzar el trámite del carné de discapacidad para mí fue un tormento, nunca lo llegué a hacer, sabía que ser autista en el Perú no era para nada bueno, bastaba con ver a personas con leves problemas mentales en el Perú donde simplemente no existen, en los carnés de discapacidad no dice Autismo dice retardo porque no existe el Autismo para el gobierno peruano, tenía que comenzar a pensar en irme del país.
https://danimiangel.blogspot.com/2013/06/que-mas-puedo-hacer-por-ti.html